Para poneros en antecedentes, hoy, no voy a hablar de derecho, sino de una película, que guarda una estrechísima relación con los temas bancarios, que desde hace años venimos ocupándonos.
Supongo, que habréis oído hablar de ella, pero, de todas forma, os cuento: “The big short” traducida al español como “La gran apuesta”, de un modo didáctico, narra, como el sistema financiero, pergeñó una económica ficticia, la alimentó y engordó, hasta hacerla estallar, y aunque, se sitúa en E.E.U.U, el estallido ha sido tan fuerte y global, con la connivencia e implicación de todas las instituciones, que al final, nos salpico a todos.
-“Portugal, Grecia, hundidas. España tocada”.- Frase de la película. Cierto, ¿no?
Lo más aterrador, es que es real, explica, a través del lenguaje de Wall Street, como un grupo de personas de carne y hueso, fueron testigos en primera línea de un sistema, que no funciona. O sea, lo que relata pasó, es más, está pasando.
En la gran fiesta de la banca, dónde todo eran beneficios, se concedían « hipotecas subprime», (hipotecas con muchas probabilidades de impago), a mansalva, sin importar, si las personas a las que se le concedían, ante la mas mínima contingencia, podrían hacer frente o no a las mismas, felicidad y derroche, sabiendo eso, las envolvieron con otras, que se podían cobrar, vendiéndolas, a su vez, como productos financieros, para seguir ganando, lo esparcieron, lo extendieron, titularizaron, y siguieron vendiendo esos productos financieros, entre ellos, a Bancos Europeos, y mientras tanto, los de siempre haciendo lo de siempre, ganar dinero.
La codicia, de unos, la embriaguez de otros, la ingeniera financiera al servicio de los mercados, y sobre todo la impunidad, ha convertido esta crisis, la más cruenta de la era moderna, agencias de rating que calificaban productos basuras, nada más y nada menos que “activos tóxicos”, como posteriormente pasaron a denominarse, con la calificación máxima triple A, y se quedaron tan panchos, organismos de regulación que no regulaban. Mentiras y mas mentiras, multiplicadas exponencialmente de un modo artificial, hasta provocar una crisis mundial, que ha afectado a todos, a ciudadanos de todo el mundo que no han obtenido ningún beneficio de esta conducta osada y extremadamente peligrosa de los bancos.
Términos como Swaps, CDS, Credit default Swap (Swaps de incumpliendo crediticio). CDO Collateralized debt obligation (obligación de deuda garantizada), y lo más de lo más, CDO sintéticos, un producto de sofisticación extrema, explicado mediante una muy buena metáfora de casino, en el film, campan libremente y de manera continua, a lo largo del visionado, la razón, la da la propia cinta
.-“Wall Street ama usar términos confusos para hacerte pensar que solo ellos pueden hacer lo que hacen. O, mejor aún, para que no los molestes”
¿Les suena?. En ese momento, recordé, cuando poco a poco, el despacho se fue llenado de carpetas con términos tan extravagantes como en la película. Swaps, “permuta financiera de tipo de interés con techo y suelo parcial (COLLAR KI en el Floor), y muchos más, productos financieros en los que solo el nombre ya era complejo, y como esos productos especulativos y de riesgo, fueron distribuidos, entre el ciudadano normal.
La película es necesaria, y hay que ir a verla, porque ayuda a difundir, y es importante, que seamos conscientes, en manos de quien estamos, no importa que no se entienda en toda sus extensión los términos que maneja, lo importante es que el mensaje penetre en la conciencia colectiva, puesto que día de hoy, ocho años después de la evidencia del gran apaño económico, unos señores muy señoreados, de vestir impoluto y cuello blanco, peritos “independientes” de entidades bancarias, acuden a juicio, baten sus manos de manicura elegante para acompasar su jerga financiera, con contundencia atroz y pasmosa seguridad , niegan lo evidente.
Entre galimatías, niegan que esos productos, que vendieron, fueran complejos, especulativos y peligrosos. Niegan, que se saltaran toda la normativa habida y por haber.
¡Se justifican y defienden!, diciendo que el estallido de la crisis en 2.008, ni siquiera se podía intuir. Cuando, en realidad, el desplome de la economía en el 2.007, ya era una evidencia que callaron.
Esto pasa en juicio. Por fortuna, los jueces no están dando la mas mínima credibilidad a estas periciales, y las Sentencias son condenatorias para las entidades financieras, las cuales, en los casos sometido a nuestra consideración, no informaron y enmascararon la verdadera naturaleza del producto, forzando la contratación, e incumpliendo, reiteradamente, todas las previsiones normativas.
Comparto la frase del personaje de Mark Baum, en “La gran apuesta” y me pone triste.
-“Y solo sé que, al final del día, la gente normal es la que va tener que pagar por todo esto. Porque siempre, siempre lo hacen.-“
En el día a día, los tribunales de justicia se han convertido, en un inusual campo de batalla, acogiendo, sentencia a sentencia, las argumentaciones que los abogados le hemos acercado, todo ese lenguaje de película de Wall Street, y han visto, que nuestros clientes no son avezados inversionistas, sino gente corriente, que firmaron donde sus entidades les dijeron, que tenían que firmar.
Desempleo, recortes, desigualdad, desahucios, a los que después del latrocinio, tímidamente se están poniendo frenos en su alocada carrera, también desde el derecho y la justicia, que no desde los gobiernos.
Esa es la consecuencia para los mortales, y ¿para ellos?, para ellos llegaron los rescates, la nacionalización bancaria, la inyección de liquidez por bancos mundiales y europeos.
El visionado constata, algo que ya intuyes, la sensación de vivir una “distopía real”, en la que la libertad solo aspira a ser un sueño mientras somos manipulados por un sistema deshonesto en todos los niveles. Perturba y da miedo, porque hasta el final, la ruleta da vueltas, al eco de “señores hagan juego”, y ellos siguen jugando, y, mientras les dejamos seguirán…
[:]